Las Hurdes, del rincón más olvidado a un paraíso turístico

Desde tiempos inmemoriales, Las Hurdes se reducían básicamente a una región de vastos pedregales escabrosos salpicados de alquerías (pequeñas aldeas) en las que vivían en conjunto unos 8.000 habitantes casi completamente aislados del exterior debido a la inexistencia de caminos transitables. Sus condiciones de vida, casi primitivas, comprendían la más absoluta insalubridad -vivían en chozas de pizarra que compartían con animales, sin más ventilación que la puerta de entrada- y carencia de recursos sanitarios o alimenticios, con unas cifras de mortalidad del 90 por 1.000 en las zonas más pobres, cuando la cifra correspondiente a toda España era de 22 por 1.000, la cual ya de por sí constituía una cantidad alarmante. Del mismo modo, las tasas de analfabetismo alcanzaban el 90% y, prácticamente, toda la población padecía enfermedades como el paludismo, el cretinismo o la tuberculosis, agravadas todas ellas por el mayor de los males: la hambruna.

El doctor Gregorio Marañón, destacado miembro de la Generación del 14, compartió con sus contemporáneos el objetivo de modernizar España, acercándola al desarrollo europeo. Las Hurdes, una de las regiones más desfavorecidas, ejemplificaban el atraso y la miseria del país. Aunque previamente varias personalidades habían intentado abordar sus problemas, su labor fue precursora para las reformas que, lideradas por Marañón y otros, transformarían la comarca.  Entre los pioneros destaca Miguel de Unamuno, filósofo y escritor de la Generación del 98, quien perteneció a La Esperanza de Las Hurdes, una sociedad benéfica eclesiástica. En 1908, Unamuno lideró unas jornadas "hurdanófilas", quedando profundamente impactado por la situación de la región. Su compromiso visibilizó la problemática hurdana e inspiró a intelectuales como Marañón a continuar con la causa.  Este vínculo intergeneracional permitió que los esfuerzos conjuntos condujeran a reformas significativas. El trabajo de Marañón y sus contemporáneos marcó el inicio de un cambio que, con el tiempo, integraría a Las Hurdes en el progreso nacional, superando décadas de aislamiento y pobreza extrema.  En 1922, el rey Alfonso XIII y el doctor Marañón visitaron Las Hurdes, conmovidos por la pobreza extrema. Tras el viaje, se creó el Patronato de Las Hurdes, pero las reformas quedaron paralizadas durante la dictadura de Primo de Rivera.  

El Patronato de Misiones Pedagógicas, creado el 29 de mayo de 1931 durante la Segunda República española, fue una iniciativa destinada a llevar cultura, educación y valores democráticos a las zonas rurales. Su objetivo principal era reducir la brecha entre las ciudades, que gozaban de mayores privilegios culturales, y el campesinado, que vivía aislado y marginado del progreso social y educativo.  Aunque formalizado en 1931, la idea de las Misiones Pedagógicas había sido planteada desde finales del siglo XIX por figuras como Francisco Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío, vinculadas a la Institución Libre de Enseñanza. Transformar España en una república democrática requería enfrentar las desigualdades culturales y sociales entre el ámbito urbano y rural. El decreto fundacional del Patronato establecía que su misión era llevar a las comunidades rurales "el aliento del progreso" y los "goces nobles" reservados hasta entonces a los centros urbanos.  El Patronato desarrolló actividades en tres áreas principales: la difusión cultural, la orientación pedagógica en las escuelas rurales y la educación ciudadana, dejando de lado aspectos sanitarios.  Las Misiones Pedagógicas fomentaron la transformación social mediante la distribución de libros, proyecciones de cine, espectáculos de teatro y música. Sin embargo, ignoraron el grave panorama sanitario de regiones como Las Hurdes, donde predominaban enfermedades como el bocio, el cretinismo, el enanismo derivado de la endogamia y afecciones asociadas a la falta de higiene, como la tuberculosis y el paludismo. Esta omisión evidenció una limitación en su enfoque, dejando sin atender necesidades básicas fundamentales para el bienestar integral de las comunidades.

Con la llegada de la Guerra Civil se paralizó estas actividades.

El desarrollo pleno de la zona llegó con la democracia y el Estado del bienestar empezó en los años 80.  Hoy, Las Hurdes es un paraíso turístico, con niveles de desarrollo aceptables y servicios que muchas otras comunidades envidiarían. Pero ese presente luminoso tiene un pasado sombrío, una travesía por el infierno de la miseria que forjó su historia.

Con este breve relato de la historia de España creo que sirve de recordatorio de que, incluso en los rincones más olvidados, la humanidad puede renacer, pero no sin antes enfrentar sus demonios.   

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